miércoles, 9 de diciembre de 2009

¿Será posible sembrar el petróleo?


Fue la filosofía jurídica la que hizo del subsuelo propiedad del Estado en una clara restricción del derecho de propiedad ya que según esto el dueño de la tierra no lo es de todo lo que está debajo de ella, sino solamente de su superficie. Demostrado como está a través de la historia sobre lo torpe que ha sido el Estado para administrar estos recursos con todos los grandes vicios que se han desarrollado, uno de los más lamentables y hoy totalmente vigente: La corrupción.

Era Venezuela una sociedad agrícola, que luego del despertar petrolero sustituyó el cultivo del añil, cacao y café por el de la explotación petrolera que se convirtió con el correr de los años en un gran cataclismo social al convertir gente trabajadora del campo que se autosustentaba, en marginales urbanos que han traído la violencia a las nuevas megaciudades. Hubo un cambio total en las costumbres, campos de labranzas por campos petroleros, cambios en economía, tecnológicos y culturales que influenciaron nuestras vidas y nos dieron ese toque de país petrolero que se ha convertido, lejos de una bendición, en un estigma que nos marca, persigue y hunde cada vez más en el abismo de la dependencia y la miseria. Venezuela es rica, su pueblo es pobre. Ahora veamos el porque de esto.

No hemos sabido sacar provecho a lo largo de nuestra corta historia a los inmensos recursos que ha generado este nuevo elemento que entró en la vida del venezolano desde comienzos del siglo XX. El Estado, gran administrador legal de la inmensa riqueza petrolera que brotaba fácilmente se ha hecho cada vez más rico, más grande, más poderoso, más corrupto,…. más sordo.

Ya en la década de los treinta un insigne escritor venezolano, Arturo Uslar Pietri, en uno de sus ensayos acotó la frase que se ha utilizado mucho desde entonces “Hay que sembrar el petróleo".

Pero, ¿Qué era para Uslar Pietri sembrar el petróleo? Simplemente sustituir aquella nueva nación rentista de gente que comenzaba a acostumbrarse a que el Estado como administrador de la riqueza pública la repartiera como dádivas y a migajas, por una nueva sociedad creadora, que invirtiera en el desarrollo de los campos y las conciencias. Pero las conciencias, en lo que a nuestros gobernantes se refiere nunca ha logrado hacer que estos vean la importancia que tenía y tiene la utilización de esos cuantiosos recursos económicos que el petróleo ha producido para invertirlos en otra cosa que no sea el cada vez más creciente gasto corriente y desaguarlos en lo que ha sido el estigma de todos nuestros gobiernos: la corrupción.

Entonces, ¿es esta afirmación de Uslar Pietro una inalcanzable utopía?. Estamos seguros que no. Todos los ciudadanos de los países que tenemos al petróleo como nuestro medio casi exclusivo de producción debemos ejercer presión mediante corrientes de opinión, escritos, grupos, entre otros, para forzar al Estado a tomar en cuenta esta necesidad. Los gobernantes lo saben pero hacen rancia demagogia con discursos que vuelven simple retórica esta necesidad, donde vista la actual situación de escasez mundial de alimentos, se hace cada vez más apremiante y urgente.

Debemos abogar y presionar para que el Estado transforme gran parte de la renta petrolera en créditos agrícolas con políticas de ayudas y seguimiento asistido a los agricultores, que se implementen mecanismos urgentes de repoblación del campo y los bosques, que se utilicen recursos petroleros para importar semillas y pastos para fortalecer nuestra industria agropecuaria en general y adiestrar a nuestros agricultores y a todos aquellos que quieran participar en esta área productiva de manera que sean capaces de generar su propio proceso productivo, es decir, invertir grandes recursos en industrializar el campo.

Hay muchas formas de sembrar el petróleo, por supuesto que la más importante es la reactivación de nuestra producción agrícola y pecuaria, que nos permita ser nuevamente un país autosuficiente, y, por que no, que seamos capaces de exportar nuestros productos a otras latitudes. Y si vemos el inmenso potencial de nuestra tierra, nuestro generoso clima, nuestra baja densidad demográfica para satisfacer rápidamente a plenitud el consumo interno, se hace difícil de entender el porque nuestros gobernantes han sido por demás incapaces de invertir una buena parte de la renta petrolera en la reactivación de este sector tan importante que permitiría, si no sustituir, por lo menos complementar al petróleo como rubro de exportación con buenos ingresos para la nación.

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